El Estadio da Luz de Lisboa fue el testigo principal de la masacre futbolística propinada por la máquina bávara a un paupérrimo Barcelona; fue un monólogo, baile, exhibición, recital, paseo, la verdad sobran las palabras para calificar las diferencias abismales que se vieron en el verde césped.
Solo con lo corrido del primer tiempo se percibía en el ambiente un fuerte olor a paliza histórica, porque el conjunto de Flick fue una autentica apisonadora convirtiendo 4 goles en un lapso de 27 minutos (Muller x2, Perisic, Gnabry)… un salvajismo, y eso que los culés gracias a la divina fortuna no se fueron en blanco por el autogolazo de Alaba.
Y además, con una extraordinaria acción de Luis Suárez totalmente fuera de contexto parecían ver la luz al final del túnel, pero las esperanzas blaugranas se esfumaron con una muestra de superioridad colectiva del Bayern, que no tuvo piedad con su rival en ningún momento.
Kimmich y Lewandowski, continuaron con la pesadilla y si la humillación no fuera suficiente hasta ese momento, el fútbol total se ensañó duramente con el equipo de Setién porque la famosa ley del ex también dijo presente con un doblete de Coutinho para propinar la estocada final y completar la peor goleada recibida por el Barcelona en competencias europeas.