Las citas mundialistas son eventos de gran repercusión a nivel internacional. Sus audiencias están entre las mayores del mundo del deporte y su desarrollo genera multitud de situaciones curiosas que han pasado a la historia y a la memoria colectiva de millones de aficionados. Veremos algunas de las más representativas en este artículo.
El caso de Juan Eduardo Hohberg es de los más curiosos. Este jugador argentino tuvo dificultades para poder participar en el Mundial de 1954 con su selección y acabó formando parte del combinado uruguayo. En una semifinal frente a Hungría, consiguió empatar el marcador gracias a dos goles suyos; pero tras el segundo, mientras sus compañeros se abalanzaban sobre él para celebrarlo, le dio un infarto. Afortunadamente, los sanitarios consiguieron reanimarlo, pero los cambios en aquellos tiempos estaban prohibidos y, tras la reanimación, tuvo que seguir jugando durante un prórroga en la que, incluso, realizó tiros al palo de la portería contraria. Finalmente, la selección húngara se hizo con la victoria, pero a Hohberg se le pasó a conocer como “el muerto que hacía goles”.
En el Mundial 1986 se produjo uno de los actos deportivos más populares y que han pasado a la historia de la mano, nunca mejor dicho, de Diego armando Maradona. En un clima de rivalidad máxima con Inglaterra por eventos bélicos acontecidos cuatro años antes, “El Pelusa” marcó un gol que iba a definir el destino del partido en el minuto 51. Lo que hizo que fuese conocido como “La mano de Dios” es, precisamente, que el gol entró gracias a esta extremidad, su mano izquierda, en un despeje del portero, lo que propició, no sin polémica, que los albicelestes se pusieran por delante en el marcador; un resultado que se vio agrandado tras otro gol de Maradona; este sí, perfectamente legal y que fue considerado “El gol del Siglo”. Lineker recortaría distancias para los ingleses en el minuto 81, pero ya nada más pudieron hacer para evitar el triunfo argentino, que les acabaría llevando, finalmente, a hacerse con la Copa del Mundo de aquella edición tras derrotar en la final a Alemania Federal. Hoy, algunos de estos equipos se están encontrando, de nuevo, cruzando sus caminos en el actual Mundial de fútbol de Qatar; pero es difícil que se repita un momento histórico como el de aquel 1986.
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Muchos tienen en mente el cabezazo de Zidane a Materazzi de 2006 y se considera una de las agresiones más conocidas acontecidas en un Mundial de fútbol. Pero lo cierto es que el mordisco de Luis Suárez Chiellini en la edición de 2014 tampoco pasó, precisamente, desapercibido. El uruguayo ya tenía precedentes de este tipo de conducta; concretamente, militando en el Ajax mordió a Bakkal y en el Liverpool a Ivanovic. Tanto es así, que un aficionado apostó antes del Mundial de 2014 que el delantero acabaría “hincándole el diente” a alguien en esa edición. Y acertó: su mordisco al italiano le granjeó una importante sanción de cuatro meses de suspensión. Suárez ha reconocido, con el tiempo, lo inadecuado de estas acciones y, tras explicar que era su forma de lidiar con la impotencia ante algunas situaciones, afirmó: “lo mejor que uno tiene que hacer cuando se equivoca es aceptarlo, pedir perdón y así fue”.
A la selección de Brasil se la conoce, coloquialmente, como la “Canarinha” y el color amarillo de su elástica (aunque también utiliza el azul en ocasiones) es uno de sus símbolos de identidad. Lo que tal vez no sepa tanta gente es que hace mucho tiempo llegó a utilizar el blanco. Sin embargo, este color pasó a estar prohibido, de forma indefinida, para su equipación. ¿La razón? Una de las derrotas más dolorosas de su historia, la del Mundial de 1950 que pasó a conocerse como el “Maracanazo”. Este enfrentamiento con Uruguay representó que la anfitriona y favorita, Brasil, dejaba escapar la preciada Copa en su propio terreno de juego por 2-1. El portero carioca, Moacyr Barbosa, fue uno de los señalados públicamente por tal afrenta y, años después, aún tuvo vetada su aparición con la selección en algunos eventos públicos, como en una gira en 1993. El blanco, que lucían los jugadores en aquel 1950, ya nunca volvió a ser el color de la selección, pues traía a la memoria tan aciago día para los brasileños.