El partido iba 2-0 a favor de Italia. En el segundo tiempo, Japón lo empató. Y como los europeos ya estaban clasificados y los nipones pasaban como uno de los mejores terceros, así terminó el partido. Con una nula presión, una lesión falsa y un golpe a la deportividad. No es un amaño pero si atenta con el espíritu del deporte. El más damnificado fue Argentina, que necesitaba que hubiera algún vencedor.