Neymar se acerca a cobrar un tiro de esquina y escucha que los torcedores rivales lo están abucheando e insultando, llevándose su mano derecha al oído les pide que lo hagan más fuerte; acto seguido procede a acomodar la pelota y ejecuta con una rosca divina para que la pelota se meta con potencia en el segundo palo anotando un golazo olímpico y lo celebra sentándose en los carteles de publicidad, mirando a la tribuna y mientras sus compañeros lo felicitan.
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