El primer tanto de Eslovaquia en la victoria 2-1 ante Polonia aparece en los registros como autogol de portero Wojciech Szczęsny, pero para ser honestos intelectualmente tenemos que quedarnos con la infernal jugada de que se inventó Róbert Mak cuando parecía una acción perdida por estar antes dos rivales contra la banda izquerda y se zafó de ambos con gambeta y un delicioso caño, para luego internarse en el área, sacar un potente derechazo que impactó en el primer palo, rebotó en la espalda del arquero de la Juve y terminó en el fondo de la red.
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